Cuaderno de pantalla que empezó a finales de marzo del año 2010, para hablar de poesía, y que luego se fue extendiendo a todo tipo de actividades y situaciones o bien conectadas (manuscritos, investigación, métrica, bibliotecas, archivos, autores...) o bien más alejadas (árboles, viajes, gentes...) Y finalmente, a todo, que para eso se crearon estos cuadernos.

Amigos, colegas, lectores con los que comparto el cuaderno

sábado, 21 de abril de 2018

Colombia en Madrid....


Muchas cosas últimamente de Colombia en Madrid. País lejano, desconocido para la mayoría, y sin embargo tan cercano por la pureza de su lengua. Es difícil mantenerse al día de lo que allí ocurre o de lo que nos dejó la historia común. En Madrid, sin embargo, dos exposiciones al menos nos recuerdan la riqueza de su historia y de su cultura. "Campo a través. Arte colombiano en la colección del Banco de la República" (en Alcalá 31, se termina esta semana). O la exposición de Beatriz González en el Palacio de Velázquez del Retiro (una de las sedes del CNARS). Distintas ambas; la primera de carácter histórico, en la imponente y compleja sede de este centro oficial; la otra, en las exquisitas y blancas naves del Palacio. Ambas, como se sugiere en uno de los prospectos,  se pueden acompañar de la lectura de "Cuatro años a bordo de mí mismo" (1934), de Eduardo Zalamea. 


A la primera ella pertenece la serie siguiente, "comisariada" sagazmente por Estrella de Diego, que ha roto todos los moldes –si alguno quedaba– de lo que era una exposición tradicional.


Merece la pena fijarse en las salas, los techos, las barandillas....., en donde todos los objetos cobran extraño valor, incluso las imágenes de las monjitas muertas, que mezclan de belleza, repulsión, tristeza, religiosidad.... y no sé cuántas cosas. ¡Esas coronas de flores en el cadáver de la anciana entregada a sus rezos! Quizá en esa extraña mezcla resida alguno de los secretos de la existencia. 


Lo rudimentario, ingenuo (naif), moderno, natural, etc. se dan la mano de sala en sala, casi al mismo tiempo, pues la exposición no distingue ya entre fronteras clásicas de arte, vida, realidad, etc. De hecho he empleado alguna vez uno de los objetos industriales que se expone (con su ruido de motor), como ejemplo de que la variedad de la existencia se corresponde con la variedad del arte actual.

Histérica, 1968, Feliza Bursztyn


Incluso juega con ellas, pues en este precioso cuadro ("Inquilinato", 1976, de Oscar Muñoz) que admira la gente (en tonos grises) no es una foto antigua, sino un auténtico cuadro:


Hablaremos de Beatriz González en otro momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario